
Las chinches del orden Hemípteros son insectos que entre otras características tienen una poderosa y penetrante pieza bucal.
La mayor parte de las especies viven al aire libre y chupan los jugos de las plantas, pero hay unas pocas que son depredadoras o parásitas, adaptándose a vivir en el interior de los hogares.
Al contrario que la mayoría del resto de chinches, la verdadera chinche de la cama no tiene alas. Cuando hace tiempo que no ha comido, su cuerpo es delgado como el papel y casi pardo rojizo.
Debido a que precisan un clima cálido y seco, no se expandieron en las regiones nórdicas hasta que los edificios no empezaron a calentarse con sistemas de calefacción. Ahora son menos comunes y podemos mantenerlas bajo control mediante diferentes tratamientos.
Las chinches de la cama sólo buscan a sus víctimas cuando están realmente hambrientas. Durante el intervalo entre las comidas emplean su tiempo en buscar escondites adecuados en las zonas cercanas a la cama, como en grietas de madera, juntas de cama, debajo de alfombras, etc.
La chinche de la cama puede trepar por todo tipo de superficies. Una vez alcanzado el objetivo, puede chupar unas 7 veces su peso en menos de 10 minutos.
Ponen un total de 200 huevos a razón de cuatro o cinco por día, dependiendo de la temperatura y humedad. Las crías son miniaturas de las adultas y aumentan su tamaño conforme mudan y se alimentan.

Para el control de chinches de la cama, la ropa de la habitación debe ser lavada a una temperatura mínima de 60ºC.
Las chinches de la cama se pueden controlar mediante un tratamiento completo de sus escondites con insecticidas.
El tratamiento local de todos los posibles escondites a baja presión con insecticidas; eventualmente tartar con polvo espolvoreando los interruptores y enchufes. Vaciar armarios y examinar su contenido.
Las chinches no sólo afectan a la persona, sino también a posibles mascotas que vivan en el hogar, por lo tanto es recomendable llevar un seguimiento.